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jueves, 19 de julio de 2012


Lo presentan como caso resuelto pero quedan varios cabos sueltos


La muerte de Yanina y Luján duele, como toda muerte prematura. Ayer, medios y funcionarios tendieron a dejar instalado de que se trató de un doble suicidio, pero la causa sigue caratulada como “muerte dudosa”.
No hay hipótesis de homicidio porque sólo se tienen dos chicas muertas sin otro indicio de violencia que la muerte misma.
Yanina pendía en el aire, con fuerte desgarro en el cuello y el hioides fracturado. Luján se apoyaba en el suelo, removido por labranza, donde se observaban huellas del movimiento de sus pies en los estertores. No había huellas de otras personas, ni tampoco abrigos de las chicas, a pesar de que el sábado a la tarde, cuando desaparecieron, hacía un frío polar. Nadie puede precisar cómo hicieron los nudos y como hicieron para ahorcarse, ya que no había ningún cajón ni escalera ni mesa en el lugar. ¿Saltaron al mismo tiempo con los talones hacia arriba?. 

Los cuerpos no presentaban fauna cadavérica y la temperatura corporal de ambas, de 12 grados cuando las encontraron, indica a los peritos que murieron el domingo por la tarde. ¿Qué hicieron desde el sábado a mediodía? ¿Dónde estuvieron? . Hay versiones en las redes sociales, pero ninguna certeza de un acuerdo entre ambas para suicidarse juntas. Resulta difícil explicar cómo hicieron para matarse solas, tanto como que alguien las haya matado sin dejar huellas en sus cuerpos ni en el suelo.
Habrá que esperar. Que una joven diga: ­Me quiero morir!, no es una prueba de nada. Faltan los estudios sobre presencia de fármacos en las vísceras, las pericias sobre el celular de Luján, que dejó de funcionar el sábado a mediodía, y un buceo por las redes sociales, para conocer a fondo el estado de ánimo de cada una en los tiempos que precedieron a la tragedia.

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